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¿Por qué me siento tan adicta a ti?

¿Qué tienes, que me atrapa tanto? Será tu sensibilidad. Será tu risa. Será tu voz. Será tu olor. Pero no me hablas..., y te echo de menos. Quiero que me hables. Quiero saber de ti. Nuestras bromas. Cómo me picas, cómo te pico.

La felicidad que me embarga cuando apareces es muy significativa. Esos nervios, esa emoción e ilusión que después, porque soy así de imbécil, disfrazo con indiferencia porque no quiero demostrar lo mucho que me importas. No vaya a ser que me muestre débil. O, “mucho peor”, por debajo de ti. 

Siempre pienso que nos separan muchos años. Pero, para mí, aún así eres el hombre perfecto. Cariñoso. Atento. Tan sensible y observador que solamente necesitas segundos para detectar mi estado de ánimo. Si algo va mal. 

Y eres un gran conversador.

Por eso, JODER, HÁBLAME.