10 de noviembre. Cuento.

Escribe un relato corto de máximo 500 palabras sobre un objeto cotidiano que cobra vida y experimenta el mundo desde una nueva perspectiva.

Ese lunes, el lápiz se despertó. Era una mañana tranquila a mediados de noviembre, el sol se filtraba por las rendijas de la persiana y no hacía mucho frío. Sin embargo, él sí lo sintió. Estaba desnutrido y no contaba con ningún jersey, por lo que se estremeció mientras echaba un vistazo alrededor.

Estaba rodeado de otros lápices, además de rotuladores y alguna goma. Se puso a gritar, pero nadie le respondió. Sin embargo, se sentía fuerte y ligero, por lo que al cabo de unos minutos decidió que no necesitaba que nadie le escuchara. Saltó del portalápices, muy seguro de sí mismo. Buscaba algo con lo que cubrirse para resguardarse del frío y, cuanto antes empezara, mejor. 

Empezó yendo a una tienda de ropa, la más cercana que encontró. Pero nadie quiso atenderle. Allí, le explicaron, no contaban con jerséis para lápices: el más pequeño, de un bebé, era como mínimo veinte veces más grande que él. Preguntó si sabía de algún lugar donde pudiesen ayudarle. 

—Prueba con una tienda de juguetes —le dijeron.

Así que allá fue. No obstante, nada más entrar, se topó con un perrito. ¡Él sí llevaba jersey! No pudo evitar someterlo a un interrogatorio.

—¿De dónde has sacado ese suéter tan chulo? 

—Me lo cosió mi mamá —respondió él, con la barbilla bien alta.

Y entonces lo entendió: todo lo que necesitaba, ya lo tenía en casa. Corrió hacia allí y tejió lo más rápido posible un minúsculo abriguito que lo ayudara a explorar el mundo con mucha más seguridad.